Recurrencia tecnológica en el Futuro del Trabajo
Esperando lo mejor, preparándonos para lo mejor… con ley de potencia
Tecnología es un elemento recurrente dentro del concepto de Futuro del Trabajo. Está tanto en su por qué, en el formular de sectores ‘nativos’ como en las condiciones que este implica o características que despliega. Es más, la tecnología tiene que estar también considerada como una de las soluciones para un Futuro del Trabajo mejor.
Así, está en su origen porque el cambio tecnológico habilita la posibilidad de atomización geográfica y también temporal de su desempeño. Tecnología es uno de los elementos que hacen posible la aceleración que conlleva (a) la globalización. Por otro lado, es el elemento que tanto mitiga como refuerza la desigualdad, esta última por la brecha digital pero también por la distribución por ley de potencia (frente a la general aleatoria de campana de Gauss) que propician las dinámicas de los algoritmos, por ejemplo, el contenido visto se ve aún más y así… en potencia.
Desde luego la tecnología no es un elemento tan aséptico desde el punto de vista de ética como para realmente poder ausentarnos de la responsabilidad que conlleva su implantación y uso. Habría que revisar los conceptos como solucionismo tecnológico que conlleva la creencia de poder los resolver todos los problemas gracias a la maravilla del avance tecnológico. Toda la tecnología conlleva su estrategia (geo)política, sea como fuere. Igual que cada opinión conlleva su sesgo y tanto peor si la atribuimos la objetividad completa.
Otro aspecto es el determinismo tecnológico, se investiga mucho el impacto de la tecnología que viene dada como la caja negra en la economía, sociedad, ecología, futuro del trabajo. Pero la tecnología no surge de la nada, es el fruto de sus tiempos y condiciones económicas, pero también sociales, de ahí estaría la visión del determinismo social o mejor la maleabilidad social. Necesitamos comprenderla y aplicarla, más que nunca.
El sector ‘nativo’ en su despliegue son las grandes plataformas de trabajos atomizados. Avance tecnológico que convierte a los trabajadores en los jornaleros digitales, con los retrocesos inusitados en cuanto a la protección social. Pero afecta también a otros sectores, habilitando por ejemplo nuevas formas de arte, arte como servicio, frente al arte como producto, en vez de comprar el DVD de la película ahora se paga por el servicio de streaming para verla.
La tecnología acarrea cambios en las condiciones de trabajo, facilitando mucho algunas tareas, de ahí también reduciendo los puestos de trabajo sobre todo los de calidad intermedia, polarizando el trabajo requiriendo gran expertise o prácticamente ninguno, como es el caso de los repartidores, hasta que estos no sean sustituidos por drones. Se puede apreciar que se repite la distribución por ley de potencia.
La tecnología afecta también en gran medida a las relaciones sociales, que se ven afectadas, mayormente reemplazadas. Al ser ‘animales’ sociales nos encontramos cada vez más alienados, de otros y por ende de nosotros mismos.
El mundo de las redes sociales refuerza no solamente el concepto de la gratuidad de su uso y el uso de sus contenidos, pero también y sobre todo la gratuidad de las aportaciones de los usuarios, entre ellos los datos. Guiados por el carácter de ‘lo común’ para aumentar la producción del conocimiento y cultura, las personas quedan rezagadas a ser el medio para lograr el objetivo, mientras que, apelando al imperativo de Kant, deberían ser el objetivo en sí. Bien lo dicen algunos: si no sabes cuál es el producto, lo estás siendo tu.
De paso se hace cada vez más difícil una sostenibilidad general de la población (digital) creadora. Además de pago por anuncios, siempre vinculado con el tráfico y accesible a unos pocos, parece que la solución actual son las donaciones, mecenazgo, a veces crowdfunding. ¿Es sostenible y recomendable este modelo de ‘pasar el sombrero digital’? Temas relacionados con la propiedad intelectual quedan en el limbo, entre sus paradojas y la legislación que siempre va atrasada respecto a la realidad.
En polaco existe un dicho que reza ‘el exceso de voluntarismo es peor que el fascismo’. Que unas personas de países ricos o con sustentación de sus familias o instituciones quieran aportar ‘temporalmente’ gratuitamente sus soluciones, se convierte en la obligación general, evidentemente excluyendo a personas capaces, aunque no privilegiadas en términos anteriores, y es un problema bien amplio, divisado en los sectores tan diversos, como artístico, científico, de los programadores que aportan al software de código abierto, etc.
Parece que como la civilización estamos revirtiendo la sabiduría popular de esperar lo mejor, preparándonos para lo peor… No sólo esperamos lo mejor, nos estamos preparando para lo mejor y luego nos sorprende la tormenta que nos viene.
Revisando los temas se ve bien insuficiente el centrarse en la adquisición de los nuevos conocimientos tecnológicos, la transición laboral, la digitalización tanto de la empresa como de sus empleados para hacer frente al Futuro de Trabajo de manera estructural. Necesitamos primero y sobre todo cambiar de percepción, para abordar problemas aplicando la inteligencia colectiva.
Esta visión y más será presentada en el webinar Futuro del Trabajo y Tecnología realizada por CID-N, Red de Desarrollo de Inteligencia Colectiva y Scientists Dating Forum, junto con Meeminds.
Co-autora: Tania González Fernández de la Universidad de Guadalajara, México.