Dimensionando soluciones para Futuro del Trabajo

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Teoría cultural grupo/estructura

Dimensionando soluciones para el Futuro del Trabajo

El Futuro del Trabajo es un tema complejo, que abarca la comprensión de sus orígenes, los sectores nativos y condiciones. La solución al dilema que plantea, desde luego no puede ser fácil. Muchas veces se proponen soluciones parciales como globales y únicas, por ello también la crisis de la percepción se considera como el principal desafío de nuestros tiempos. Para abordar el Futuro del Trabajo en su complejidad, vamos a recurrir a la teoría cultural grupo/estructura, impulsada por Mary Douglas.

Esta teoría divide la percepción de la realidad en cuadrantes, según las dimensiones de grupo, la unión entre los miembros, solidaridad y luego la estructura que determina hasta qué punto el lugar dentro de la misma determinaba el posicionamiento del individuo dentro de la sociedad, el grado de jerarquía y en su lado opuesto la movilidad social.

Teoría cultural del modelo grupo/estructura

En el cuadrante de ambas dimensiones altas está la visión jerárquica, más bien institucional, con su umbral o punto de inflexión en cuanto a la posición del individuo dentro de la sociedad que si no se sobrepasa es determinante. En el cuadrante de ambas dimensiones bajas está la perspectiva individualista, dónde el bien de todos se logra gracias a la búsqueda del bien individual de cada uno de los agentes partícipes. Dónde en cambio la solidaridad es alta y el grado de estructura bajo, surge el punto de vista igualitario. En el polo opuesto, si la solidaridad es baja, pero la determinación por la estructura es alta, surge la óptica fatalista.

Debido a sus dinámicas, tanto la visión individualista como fatalista funcionan bien en tiempos de estabilidad y prosperidad, pero son menos efectivas para el manejo de fuerza, adaptación a amenazas o movilización de recursos a largo plazo. La visión jerárquica igual que igualitaria gracias a los formatos solidarios de su articulación pueden exigir sacrificios o resolver conflictos.

En cuestiones del Futuro del Trabajo cada uno de los puntos de vista sobre realidad ofrecerán sus soluciones, que recordemos su filosofía no es que sean opuestas ni que exista una apropiada, sino son más bien complementarias. Cada una de ellas es cierta, pero al mismo tiempo equivocada si se cree que es la solución única.

Muchas de las soluciones ofrecidas actualmente además conllevan la desventaja en centrarse en exclusiva en el mercado laboral, dónde el empleo es el trabajo remunerado, aunque sea en condiciones de pobreza o precariedad, o desempleo con registro y confirmaciones en la oficina de empleo, difícil y más cuando no conlleva beneficios ni remuneración para la persona en situación de desempleo. Así, se deja al margen, la población llamada inactiva, que no está incorporada en el mercado laboral. Además, la definición de Futuro del Trabajo se suele centrar en empleados y no tanto en autoempleo, sobre todo si es falso o asociado con ‘emprendimiento’ forzado, de subsistencia.

En principio la remuneración debería estar asociada con la creación de valor en la sociedad, pero igual que en el caso de capital que muchas veces no está centrado en el aporte a la economía real, el trabajo remunerado no tiene por qué venir ligado a la creación de valor. Asimismo, tendríamos los trabajos remunerados ‘absurdos’, ocupación sin la percepción de creación del valor real.

Viéndolo desde el punto de vista de teoría cultural grupo/estructura tendríamos las soluciones vistas desde el cuadrante jerárquico e institucional, como ingresos básicos universales (IBU) con sus ventajas e inconvenientes, o mejor la propuesta de servicios básicos universales (SBU). Desde la Organización Internacional de Trabajo (OIT) se ve necesario un nuevo contrato social. Para ello, se necesita más que nunca promover un marco institucional y legislativo fuerte que asegure la participación justa en la socioeconomía, un trabajo decente, digno, equitativo y sostenible.

En referencia al trabajo digno, se precisa recordad el empleo informal y trabajadores en condiciones de pobreza extrema o tema como la esclavitud moderna. De ahí, se apela por la protección social o garantía laboral universales basados en el principio de solidaridad y reparto de riesgos. De igual manera, se precisan normas para ajustar a la práctica empresarial.

Podríamos pensar que la parte de la igualdad (de género) e inclusión podría estar en el lado de la perspectiva igualitaria, pero justamente su falta exige la actuación colectiva institucionalizada. Transparencia salarial puede ser una medida fuerte para promover la igualdad. Problemas como la brecha digital, obliga a pensar en proveer de infraestructuras físicas y legales.

El hincapié sobre tecnología tendría su máxima expresión en el cuadrante individualista, expresado sobre todo en el solucionismo tecnológico, y más si se obvian las otras dimensiones. La tecnología es la parte de origen y solución de la cuestión. Se plantea la digitalización de la empresa y la adquisición de nuevas competencias laborales digitales por parte de la población. La preparación para la transición laboral se ve como otra medida clave. Con la automatización y robotización, no solamente se destruyen puestos de trabajo, también se crean nuevos. Pero la tecnología se traslada en el modo de articular las relaciones sociales y laborales, viene asociada con ella su particular agenda económica, política y geopolítica. Si vemos a los datos como al petróleo del siglo XXI, su propiedad es clave para el desarrollo de la inteligencia artificial y la distribución de poder que conllevará.

En el cuadrante igualitario estarían los sindicatos, desgraciadamente debilitados y difícilmente articulables debido a las particularidades de las relaciones existentes entre los jornaleros de la economía gig, de las plataformas. El cooperativismo y las propuestas de la propiedad de medios de producción podrían estar asociados a la propiedad de datos, que sin embargo se queda coja si solamente se consideran datos individuales, como es el caso de la Ley General de Protección de Datos (LGPD) y se obvian los datos colectivos, que son igual, si no más importantes.

Ecologización de las economías creará nuevas oportunidades de trabajo en sostenibilidad y tecnologías limpias. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) incorporan los temas de Futuro del Trabajo, aunque de forma dispersa.

La cohesión social actualmente se articula alrededor del trabajo que establece la red de conexiones e interrelaciones y determina el estatus de personas en la sociedad de hoy, además de, en principio, satisfacer sus necesidades básicas. De igual manera que conlleva la sensación de identidad, pertenencia y propósito, el trabajo puede constituir también una trampa, ser causa de exclusión (sobre todo su falta) y atraparnos física y emocionalmente. En términos sociales puede llevarnos al neofeudalismo, con su manifestación en el cuadrante fatalista, con la desigualdad e incertidumbre exacerbadas y su expresión moderna a través de jornaleros digitales en las plataformas de microtareas.

Según la OIT: “el trabajo no es una mercancía y los seres humanos tienen derecho a perseguir su bienestar material y su desarrollo espiritual en condiciones de libertad y dignidad, de seguridad económica y en igualdad de oportunidades”. Lo contrario, supone una amenaza a la justicia social y la paz, además de erosión de confianza en las instituciones democráticas. Es necesario percibir el desafío de futuro del trabajo en toda su dimensionalidad y alimentar el debate social, por parte de todos los agentes del ecosistema socioecológico.

Esta visión de la teoría red/grupo fue presentada en la videoconferencia del ciclo ‘Más allá de la pandemia’ realizada por CID-N, Red de Desarrollo de Inteligencia Colectiva y Scientists Dating Forum, junto con Meeminds.

Videoconferencia: Futuro del trabajo y resiliencia económica

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Collective Intelligence Development Network
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Written by Collective Intelligence Development Network

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